¿Cómo superé la ansiedad y la anorexia en el 2020?

Abrazar Árboles

La pandemia ha venido a cambiar la manera en que veíamos la vida, ha provocado un quiebre que nos ha llevado a cuestionarnos lo que veníamos haciendo y lo que nos gustaría hacer.

Cada persona lo ha vivido de una manera distinta pero creo que podría mencionar algunas cosas que han sido comunes en la mayoría de nosotros, el miedo constante y la incertidumbre. En mi caso, el miedo me llevó a experimentar la ansiedad en su máxima expresión durante casi todo el 2020, con ataques de pánico constantes, desesperación, perdida de peso hasta llegar a delgadez extrema y algunas visitas al hospital que me hacían sentir atrapada. Dos sesiones de terapia a la semana con el psiquiatra y la medicación no llegaban a ser suficientes para sentirme en paz, sin mencionar la práctica de yoga y meditación diaria, que en otros momentos de mi vida habían funcionado muy bien.

En Marzo durante mi visita al Museo de Arte de Zapopan para la exposición Redefinir la forma de Rei Kawakubo. Mi padre tenía que tomarme del brazo por momentos porque me llenaba de miedo, me mareaba o quería salir corriendo.

La idea de perder mi tienda y dejar sin trabajo a otras personas me llenaba de angustia, imaginaba los peores escenarios, diciéndole adiós a todo lo que había creado durante 8 años y dejando sin ingreso a algunas familias. Durante meses planeé qué era lo mejor, cómo podría mantener ese espacio a flote, qué tendría que hacer para incrementar las ventas online, cómo daría visibilidad a las marcas y recordé el programa que había creado en 2014 llamado Yoga y Creatividad, así que comencé a hacer entrevistas con expertos relacionados al bienestar o la creación. Me entusiasmaba llegar cada semana, sentarme y poder ofrecerles algo que los desconectara por un momento de todo lo que estábamos pasando, contacté a terapeutas, amigos y gente que admiraba para brindar un espacio de diversión y conocimiento.

Todo esto era increíble me sentía contenta y un tanto orgullosa hasta que un día mientras caminaba con mi madre, me dijo: la ropa te queda enorme, estás muy delgada y eso me tiene preocupada. Yo no lo había notado, mi mente estaba ocupada en todo menos en mí, recuerdo que para ese momento tenía que hacer nudos con cintas o ligas a mis pantalones para que no se cayeran, todo en automático. Si me conoces desde hace mucho, sabes que mientras estudiaba la Universidad estuve en una clínica para transtornos alimenticios y durante años he batallado con la anorexia, desde los 11 según recuerdo aunque comencé con un tratamiento formal a los 20. Para una persona que ha sufrido algún transtorno alimenticio es muy fácil volver a caer, y más ahora con tantas dietas “saludables” que hay en el mercado, nos vemos intrigadas por el vegetarianismo, el veganismo, ayurveda, etc. Y con esto no quiero decirte que esos estilos de alimentación sean malos, sino que para una persona perfeccionista y competitiva, el alcanzar la salud ideal es una invitación inmediata a intentarlo todo para no consumir químicos, estimulantes, alimentos que puedan inflamar,cuidar al medio ambiente y a los animales, aún cuando todo eso te lleve a pesar 37 kilos y sientas que te vas a desmayar en cualquier momento.

Mi última salida del hospital.

Después de pasar por el hospital y recibir suero, multivitamínicos y estar en observación, decidí contactar a Sara, la nutrióloga que hace años me había ayudado a superar la anorexia y Boom! ahí estaba otra vez, sin cuidarme, sin amarme, pensando en los otros y dándolo todo aunque me estuviera costando la vida y como siempre, no me había dado cuenta. Después de la preocupación y llamadas de atención de Sara, regresé a mi tratamiento, me costó mucho llegar a mi peso pero por fin llevo algunos meses estable y sintiéndome mucho mejor.

¿Qué fue lo que hice para superar la ansiedad y la anorexia?

Primero y antes que nada, escuchar a mi cuerpo, verme al espejo, ver mis brazos y piernas, sentir lo cansada que estaba y ver que mi capacidad de moverme, pensar y actuar estaban disminuidas. Segundo, y la llave a la libertad, flexibilidad, dejar las exigencias, horarios, rutinas y darme la oportunidad de recuperarme, dejar el despertador a un lado y permitir que mi cuerpo lo hiciera por sí solo. Hacer yoga, bailar, caminar o hacer nada, meditar, pintar, coser, simplemente dejar que mi cuerpo me guiara en las actividades del día, dejar de obsesionarme con el futuro, tomarme el sábado y domingo libres, salir a la naturaleza, hablar con amigos, escribir, dejar las expectativas y lo más importante vivir. Hacer lo más sencillo, cocinar, comer, relacionarme con otros y dormir.

Terminé mi carrera a los 21, mi primer maestría a los 23, abrí mi tienda a los 25 años, todo estaba basado en hacer, destacar, ganar dinero hasta que me rompí, estaba tan rota que necesitaba volver a empezar, cambiarme de ciudad, llevar una vida más relajada, estar rodeada de árboles y ríos, amar, y vivir cada día y así estoy, empezando de nuevo, con más alegría, paz y esperanza, haciendo lo que me gusta y aprendiendo cosas nuevas.

2021

Ahora entendiendo que cuando estás conectado con el Universo y cumpliendo tu misión las cosas se acomodan y te dan todo lo que necesitas, la abundancia está relacionada con la calma y la felicidad y si hoy no sabes a dónde ir, tu mundo se desmorona y te sientes peor que nunca, te invito a parar, respirar por unos minutos y ver lo que sí tienes y a partir de esto actuar. Sé que nos enfrentamos a una situación extraordinaria y difícil pero mientras más amor y agradecimiento haya podrás encontrar mejores soluciones, hoy lo más importante es tu salud y eso no se puede comprar ni con todo el dinero del mundo.

Sé que ahora puedo decidir y ayudar de una mejor manera y seguir con un proyecto de vida que me llene y a su vez impacte positivamente a otros. Parar está muy bien de vez en cuando ¿Y tú, qué has aprendido durante el 2020?

Leave a Reply